"Reunirse es un comienzo. Mantenerse juntos es un progreso. Trabajar juntos es un éxito" Las palabras de Henry Ford podrían haber estado hablando específicamente del emprendedor de Uruguay.
Esa es la conclusión básica que obtenemos al leer el estudio de mapeo del ecosistema recientemente presentado por Global Ecosystem Dymamics (GED), una iniciativa internacional de investigación afiliada al Grupo de Innovación Local D-LAB del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que se centró en la dinámica de colaboración entre los actores del ecosistema empresarial orientado a la innovación de Montevideo (Uruguay). Muestra que la ciudad cuenta con el ecosistema con mayor cantidad de colaboraciones en la región, con más de 751 colaboraciones mapeadas entre 198 actores identificados, lo que le da a Montevideo un índice de colaboración de 6,9, por encima del 5,9 de Buenos Aires, el 5,8 de Santiago y el 4,9 de México. Este alto índice de colaboración se presenta como una gran fortaleza para el uso de los recursos, así como para la multiplicación de impactos, independientemente de los recursos económicos disponibles. Dicho esto, el informe concluye que Montevideo "se presenta con bases sólidas para ser reconocida como un ecosistema de emprendimiento basado en la innovación líder en América Latina", y que la ciudad cuenta con un sistema que tiende a la estabilidad, caracterizado por la abundancia de conexiones y una posición privilegiada en relación con el resto de las ciudades analizadas.
Pero esto no es una sorpresa. Uruguay viene trabajando en el desarrollo de un proceso de apoyo al ambiente emprendedor desde 2009, cuando se crearon el Programa Emprender y Prosperitas Venture Capital, fomentando por primera vez en el país el emprendimiento y la inversión. Más tarde, en 2012 y 2013, ese proceso se profundizó, con la creación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANNI) y el Programa de Apoyo a los Futuros Emprendedores (PAFE), respectivamente. Y hoy en día, a esas instituciones se suman la Agencia Nacional de Desarrollo Económico (ANDE), la Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC), la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información y la Red de Emprendedores del Uruguay. Pero ¿por qué tantas instituciones?, se preguntará. Y la respuesta es simple: crean una red que permite que el ecosistema de emprendimientos cuente con un liderazgo compartido que reduce la dependencia de las políticas públicas y da representación a las diferentes visiones que coexisten dentro del ecosistema. Esto permite que las nuevas empresas tengan mejores oportunidades al contar con el apoyo de una institución en cualquier parte del país, porque al contar con el apoyo de una de estas instituciones, en realidad tienen el apoyo de todo el ecosistema detrás de ella.
Dicho esto, no es sorprendente saber por qué el país cuenta con uno de los PIB per cápita más altos de América Latina, la menor desigualdad económica y social de la región, y uno de los mejores indicadores en términos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Pero no puede ser tan perfecto, ¿verdad?
Y la respuesta es no. Uruguay tiene un gran potencial y estructura pero aún no lo está aprovechando, ya que la creación de nuevas empresas no alcanza todavía niveles altos. Pero el gobierno también está tomando el asunto en sus manos, estableciendo regulaciones para ofrecer incentivos y exenciones de impuestos a los que exportan sus servicios en tecnología. Esto ha despertado el interés de gigantes como Microsoft, que busca desarrollar un nuevo proyecto en la región, y ha permitido que startups como PedidosYa crezcan ridículamente rápido en descargas de aplicaciones (11 millones), empleados (3500 personas), servicios ofrecidos (supermercados, farmacia, tiendas de mascotas y mensajería), y países con operaciones (Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, República Dominicana, Panamá, Paraguay y Venezuela).
Y este año caótico no lo ha detenido. El ecosistema empresarial uruguayo ha reconocido que está respondiendo adecuada y rápidamente a la crisis, y un informe del BID lo ha confirmado: es el ecosistema menos impactado, más resistente y flexible de la región. Pero no me crean a mí, aquí están los números:
"La caída de los ingresos está afectando a un menor porcentaje de instituciones de apoyo en el país (27%) frente a la media regional (62%). Lo mismo ocurre con el deterioro del estado de ánimo de los equipos técnicos (27% vs. 49%) (...), y la incertidumbre sobre el futuro que perciben las organizaciones de apoyo (38% vs. 64%), así como la dificultad de ofrecer servicios adecuados a las necesidades de los empresarios en situaciones de emergencia (50% vs. 68%) y las limitaciones tecnológicas para desplegar el teletrabajo (23% vs. 48%).”
Dicho esto, Uruguay ofrece no sólo estabilidad económica y adaptabilidad a la crisis, sino también un ecosistema empresarial apoyado por varias instituciones y, lo que es más importante, GENTE que está dispuesta a colaborar entre sí. La receta del éxito.